Numele meu este Flor si sunt din Madrid
Vivir en Cluj, para una madrileña como yo (con un dominio de los idiomas bastante bajo), no es nada fácil. Llegué a esta ciudad rumana el viernes 14 de enero y aún me cuesta horrores acostumbrarme al triligüismo. Cuando en un periodo de menos de veinte minutos hablas en inglés (con otros estudiantes erasmus), en rumano (con la gente de Cluj) y en castellano (por el Skype), tu cerebro empieza a descomponerse y te entran ganas de meterte en la cama y sumergirte en una burbuja de silencio (no es para tanto, ¿eh?, pero darle dramatismo es más divertido).
Acabo de llegar a Cluj y paulatinamente estoy aprendiendo a manejarme de manera trilingüe sin perder el control. Me atrevo a decir que, incluso, ¡estoy dejando de cometer atentados gramaticales! Y por si eso no fuera sufiente, pues el agotamiento cerebral que produce es desproporcionado, estoy memorizando las calles y los cruces para no volver a perderme. Cluj es una ciudad preciosa (o frumos, como dicen aquí) pero también intrincada, y cuando menos te lo esperas puedes confundirte en un cruce a las 12 de la noche y acabar en un barrio oscuro y solitario sin saber cómo has llegado hasta allí. Y lo que es peor; sin saber cómo volver.
Venga, va, ahora en serio. Vivir en Cluj es una oportunidad maravillosa. Se trata de una ciudad repleta de estudiantes y con una agitación cultural importante. Todas las tardes tienes dos mil actividades posibles y todas ellas super apetitosas. Desde ir a la ópera hasta tomar un café en un bar underground, pasando por bailar techno en una discoteca cuya cantidad de voltios emitidos no quieres imaginar. Y, para colmo, ¡todo es baratísimo! Todavía no he ido a ningún restaurante en que el menú me haya costado más de seis euros. Y, ¿sabéis cuánto me costó ver la ópera Aida en el Teatro Nacional? ¡Menos de tres! Como digo, esto es un paraíso.
Ahora mismo estoy viviendo en una residencia asociada a la Universidad Babes-Bolyai y comparto habitación con una chica polaca encantadora que me da la mitad de sus chocolatinas. Y a mediados de febrero, si todo va bien, me mudaré a un piso. Pero de momento estoy esperando a que me asignen un Tutor Erasmus para que me ayude a buscarlo. De hacerlo por mi cuenta, seguro que a la hora de ver las condiciones me enteraría de la misa la mitad y acabaría alquilando una habitación sin ventana o sin agua caliente.
Tengo muchísimos planes para esta ciudad y pienso estirar mis días como chicles.
¿Quién me acompaña?
Flor, nosotros hemos alquilado un piso en el que el agua caliente dura 20 minutos.
También hay una habitación sin ventana, en la que vive nuestro alemán.
No es para tanto…
Un beso gordo, y busca planes chachis para cuando acompañemos al isra en uno de los 20 viajes que tiene programados.
Muá!
Por cierto, son watios lo de las discotecas, no voltios… 🙂
Esther.
¿Menos de 3 euros ver la ópera Aída? TE ODIOOOOOOO!!! a mí me van a clavar 30 o 40 por ver Carmen.
En fin, ya puedo decirte que si has visto Aída estás preparada para mi novela cuya protagonista se llama… tachán, tachán… Aída! ¡Qué casualidad no? Tal vez no…
Aunque si quieres puedes ir viendo también La traviatta, La Valquiria y Il Paggliacci xD Sólo para que te metes en situación!
Tampoco hablas tan raro. Vaya, no sabía que te llamabas Pablo…
«Pablo está de erasmus y sin maletas en Cluj-Napoca».
¡Besos madrileños!
ESTHER: ¿Te atreves a ducharte sin agua fría en Rumanía? ¿A 10 grados bajo cero? Ja, ja, ja. Te reto a que lo hagas cuando vengáis a visitarme. Sí, sí, sí. Va a ser divertido. Ja, ja, ja.
Lo de los watios y los voltios ha sido muy bueno, ¡no me digas que no! Soy una ignorante.
LAURA ESPINOSA: Quizá deberías venir a Cluj. Hay ópera todos los días. Te encantaría. ¿Nos vas a enviar la novela al final? Je, je, je.
LAURA: ¿No comenté lo de que me cambié de sexo hace un año? Ay… Grave error.