POST 0 – Nerea, Embajadora Erasmus 2015
He mirado el calendario sin necesidad de hacerlo; no acostumbro a vivir sabiendo en qué día lo hago una vez llegado el verano. He dejado atrás un curso más y miles de experiencias que no olvidaré jamás. Si me lo hubiesen dicho años atrás, no me hubiese creído que cada año es capaz de superar con creces al anterior y al anterior y al anterior.
He mirado el calendario y en dos meses estaré pisando suelo portugués al ritmo del fado que tararearé en mi cabeza automáticamente, porque el ambiente incitará a ello. Ya no es un sueño, poco a poco me voy dando cuenta de que es muy real, el ERASMUS del que llevaba años detrás. Y aún queda todo un papeleo del que no tengo ni la más remota idea de cómo gestionar. Da igual, todo saldrá bien.
De momento, el verano ha quitado ya el candado y ha abierto las puertas de par en par, con un cartel a la entrada que grita: AHORA TOCA DISFRUTAR. Mis planes en verano suelen ser similares; he vuelto a mi querida Asturias no sin antes haber aprovechado para decirle adiós de la manera más sincera a mi casa y a mi familia en Bilbao. He vuelto y la brisa ya se me ha pegado en la piel, las terrazas con sidra y pipas ya se han vuelto obligatorias y me he vuelto a rodear de los de siempre con sus acentos de siempre. El norte este año se ha vestido de azul y estamos disfrutando de un calor que para nada es abrasador. El sol se encarga de oscurecer los cuerpos e iluminar los ojos, que parecen todos claros cuando caminas por la calle. A mí me quedan unos días para seguir disfrutándolo, y después me iré con los más peques de muchas casas a un campamento de León, a cantar 24 horas al día y empaparles con globos de agua. Ellos también se merecen su ERASMUS particular.
Agosto aparecerá sin darme cuenta y me espera un viaje para seguir descubriendo Europa con la asociación que más gente me ha permitido conocer en tres años y que me lo seguirá permitiendo durante mucho tiempo más, AEGEE, una asociación juvenil europea que en verano organiza los mejores viajes del mundo. Se llaman Summer Univerisities y yo este año me iré 15 días, 5 a Wroclaw, en Polonia, 5 a Berlín y 5 a Dresden, pasando de camino por mi amado París y finalizando, probablemente, en Praga. Quién sabe, rijámonos por la improvisación. Otros 29 jóvenes europeos se encargarán de hacer mi viaje inolvidable, como lo son todos los viajes, salgan como salgan, porque lo importante no es el destino, ni lo que se haga, sino con quién. 15 días cargados de actividades, de fiestas, de cansancio, de risas y, cómo no, de momentos irrepetibles.
A mi vuelta tendré que hacer una maleta para seis meses, tendré que decir adiós y tendré que irme para vivir el sueño. Oporto estará esperándome, sé que lo hará, y yo comenzaré a pisar suelo portugués al ritmo del fado que tararearé. No tengo nada aún, sólo sé que me iré con una amiga y que intentaré vivir en una casa con muchas habitaciones para poder aprender de la máxima gente posible. Sé el nombre de mi universidad y tengo un acuerdo académico que todo el mundo dice que tendré que cambiar por completo. Eso sí, aunque no tenga nada listo, llevo dos meses llenando mi cabeza y mi retina de fotografías, de lugares que no debo perderme, de información y de palabras portuguesas. No sé si el verano pasará tan rápido como suelen pasar todos, o si correrá aún más, pero quizá la próxima vez que mire el calendario ya estaré en Oporto.
De momento, disfrutemos todos de la mejor y más libre época del año.
Os escribiré pronto, ¡muchos saludos y a pasarlo bien!