Vida en residencia
Lo describa como lo describa no creo que te hagas una idea de lo que puede ser una experiencia en la residencia de estudiantes cuando estas de erasmus. Yo os intentaré describir mi aun corta experiencia (y es que apenas hace una semana que llegué aquí) en una residencia en Craiova (Rumanía).
La verdad que, como cualquier cosa, tiene sus pros y contras.
Como contras, lo más destacable es que las habitaciones son para dos personas, es decir, un cuarto con baño y dos camas. Esto puede ser difícil a la hora de tener intimidad. Pero dependiendo de la persona que tengas como “Roommate” puede ser algo beneficioso.
Otro aspecto negativo para muchos es que, siendo toda la planta de estudiantes erasmus (unas 50 personas de todo tipo de nacionalidad y condición), solo tenemos una cocina con dos fogones. Es decir, puede considerarse un infierno para cualquier “cocinitas”.
Y bueno, también has de contar con los contras de cualquier convivencia entre medio centenar de chicos y chicas, cada uno de su padre y su madre.
Ahora, eso sí, lo más destacable de la residencia no son sus pegas, si no sus cosas buenas.
Para unos más, para unos menos, a todos nos resulta difícil separarnos de nuestras vidas durante mucho tiempo para emprender esta aventura. Tranquilo, el estar con personas en tu misma situación te lo hará muchísimo más fácil.
Lo más seguro es que no me creas, pero resulta impresionante como personas que conoces de su existencia solo días (Sí, días) pueden en tan poco convertirse en personas imprescindibles para ti. Todo tipo de personalidades, pensamientos, costumbres o nacionalidades. Personas que a simple vista para ti resultan incluso irritantes. Todas estas personas son las que hacen que un simple lugar signifique tanto.
La residencia solo tiene una cosa buena: tus compañeros. Y puedo afirmar sin miedo a equivocarme que es razón suficiente para elegir vivir en una residencia durante tu erasmus.
No son los lugares, si no las personas.
El poder entablar conversación con el mayor polo opuesto a tu ser. El poder nutrirte de todo lo bueno de cada persona. El aprender nuevas costumbres, nuevas palabras en cualquier idioma, nuevas maneras de hacer las cosas. Pero sobre todo el poder aprender nuevas maneras de pensar.
¿Más contras que pros? Numéricamente, sí. Emocionalmente, no.