¡Cumpleaños feliz!
¡FELIZ CUMPLEAÑOS, FLORICICA!
El pasado 31 de mayo cumplí 22 años (los dos patitos, sí…) y, pese a haber preparado una micro fiesta en una terraza de Cluj, todo cambió y acabó siendo el cumpleaños más íntimo, micro y minimal precioso que he tenido.
El caso es que el día anterior recibí un email del TIFF (Festival Internacional de cine de Transilvania), convocando a los voluntarios del departamento de Screening a una primera reunión y, después de pensarlo un rato, me dije; «Cumpleaños tengo todos los años, ¡pero TIFF puede que sólo este!«. Así que cancelé el plan de la terraza con toda la tropa erasmus y me «condené» a un cumple sin celebración oficial.
Al despertarme por la mañana (con novio al lado), me encontré con un montón de paquetitos;
– Una funda de ordenador de Pilina (enviado por mi amiga María)
– Una taza con una foto de las piernas de mi madre y mi hermana y llena de caramelos (enviado por mi hermanita, claro)
– Viaje de invierno, de Amélie Nothomb
– Poesía completa en edición bilingüe, de Mihail Eminescu
– La piedra habla, de Lucian Blaga
– Viva la vida (novela gráfica sobre Ciudad Juárez), de E. Baudoin y J.M. Troubet
– Un vestido de Dolores Promesas (que me quedaba un poco grande y tenemos que cambiar)
– Un bolso de Pilina
Y, después de tanto regalo, estuve hablando con mi madre y mi hermana por Skype y me enseñaron los regalos que me esperan cuando vuelva (¡más libritos!). Entonces ya pensaba que no había más cuando recibí una extraña llamada en rumano diciéndome que bajase al portal y… ¡SORPRESA! ¡Un ramo de tulipanes rojos! (también del pedazo de novio que tengo, que no me lo merezco).
Y de desayuno, ¡oh, dios mío!, mis compañeros de piso me prepararon una super tarta con chocolate por encima. Tarta que el día anterior explotó en el horno, quedando sobre ella una gran protuberancia con forma fálica (COCK-CAKE!).
Me pasé el resto de la mañana con Isra por el centro, paseando y disfrutando el ambientillo que hay estos días en Cluj (y del sol, que nos tostó un poco los brazos) y para comer fuimos a un restaurante de comida rumana que hay en el sótano del centro comercial Sora Center. Y, tras acabar hasta las trancas, nos fuimos a casa a echar una micro siesta y leer (mis dos actividades favoritas, jajaja, ¡placer extremo!).
Por la tarde estuve en la reunión del TIFF y, tras descubrir que era la única extranjera y que TODO lo iban a explicar en rumano (what a shock! [ironía on]), me llevé un sorpresón cuando el coordinador me felicitó el cumpleaños y todo el mundo me aplaudió (je, je, je, soy la reina, es mi día, y tengo la cara como un TOMATE).
Para cenar fuimos a La Piazzetta, un restaurante italiano de la calle Eroilor, y nos tomamos unos gin-tonics a mi salud (y a mi hígado, que lo tengo destrozado).
Y ahora, una vez pasado mi día, ¿quién se encargará de llevar de vuelta a casa todas las cosas que me han regalado? ¡¡SINMALETAS!! La verdad es que ahora me pregunto cómo de nerviosa estaría sabiendo los millones de cosas que tengo que llevarme a Madrid y que es una pasta facturar.
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