De domingueras en Luxemburgo
Lamento deciros que, fuera de España, los domingos son agujeros negros de desesperación y locales cerrados. ¿Nuestra sana y bonita costumbre de salir a tomar una cañita? No existe. Así que sólo quedan dos opciones: o hacerte una persona MUY religiosa e ir a varias sesiones de misa o coger un tren y visitar alguna ciudad de los alrededores.
Después de más de cuatro meses en Nancy, ya era hora de que visitara Luxemburgo. A menos de una horita y media en tren, mis amigas y yo aprovechamos que estaba Mary de visita desde Barcelona para cruzar fronteras y visitar otro país. Para un viajecito tan cortito, no nos hicieron falta maletas, pero disfrutamos como enanitas. Luxemburgo es tan cuca que dan ganas de metértela en el bolsillo y llevártela a casa.
Eso sí, nada más llegar, supe cómo debió sentirse Will Smith en «Soy leyenda». Ni un alma en la calle. Un amigo mío, en un alarde de simpatía extrema me dijo que lo mejor que se podía hacer un domingo en Luxemburgo era echarse una siesta… ja, ja, ja… ¡cuánta razón tenía! ¬¬
En un paseíto de un par de horas, veis una ciudad nueva y bonita, como de cuento. Los edificios señoriales son preciosos y por allí todos éramos españoles e italianos dando vueltas por la calle. Como tarde, está bien, aunque esperaba un poco más, la verdad. Con su monarquía extraña de Duques y La Gran Duquesa Charlotte en todos lados, es una ciudad que se nota que está orgullosa de lo pequeñita y selecta que es.
¿Habéis estado alguna vez en Luxemburgo? ¿Cuál es la ciudad más pequeña a la que habéis ido? ¿Preferís las ciudades grandes o las pequeñas?
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¡Alucino con el solete de Luxemburgo!