¡El Erasmus agudiza el ingenio!
Como en su día dijo un oso muy sabio: «Busca lo más vital lo más, lo que has de precisar no más y olvídate de la preocupación. Si buscas lo muy esencial, sin nada más ambicionar, mamá Erasmusita te lo da». No desesperéis, que las cosas siempre suelen llegar por sí solas.
Y cuando hagáis memoria, os daréis cuenta de cuánta razón tengo y de que, puede que otra cosa no, pero la Erasmus os habrá cambiado un poco para mejor y habrá hecho de vosotros mujeres y hombres de provecho. El post de hoy se lo dedico a todos esos Erasmus a los que nunca han detenido un paquete de spaguettis para toda la semana o un botellín de cerveza sin abrefácil. Viva esa picaresca española de la que hacemos gala allá donde vamos y aquí unos consejitos para que no os pille en ¡bragas! y lo llevéis ya estudiado de casa.
1º La inventiva es tu amiga. Y más que lo va a ser cuando os deis cuenta de que la pasta y el pollo barato del Match serán vuestra principal fuente de alimentacion en los meses venideros. Porque, seamos serios, ¿cuánta salsa boloñesa de bote puede soportar el cuerpo humano? ¿Cuánto pollo al chilindrón de sobrecillo cutre que sabe a polvo del camino? Por eso armaos bien de las recetas de la abuela, de mucha paciencia y de un estómago a prueba de bombas y atreveos a inventar cosas nuevas y a probar de todo lo que se os ocurra. A veces, no imaginarías que un plato rico rico pueda salir del medio pomelo y el paquete de macarrones que tienes, pero… ¡Sí, a veces Dios es justo y sale algo comestible!
2º Todos los caminos llevan a Roma y todos los mecheros abren cervezas. ¡Horror! Tenéis el primer botellon, habéis pillado los botellines más baratos, esos de 24 cervezas 4 euros y… ¡NADIE LLEVA UN ABREBOTELLAS! Pues que no cunda el pánico, que seguro que alguien tiene en el bolsillo un mechero y ¡voilá! Solucionado. Citando al magnífico Arquímedes: «A mí dadme un mechero y un punto de apoyo y yo os abriré cualquier cerveza»… o algo así 😛 Y si no me creéis, MIRAD.
3º Ahora no me hace falta, pero y si…? : Eso lo hemos pensado 20.000 veces. ¿Para qué quiero esta cosa inútil? Aunque puede que luego… Y si no, para muestras un botón. Aún tengo el bolso lleno de sobrecillos de sal, pimienta y azúcar que «tomaba prestados» del Resto’U. Esos primeros días en los que no sabes ni donde tienes la cara… os salvarán de más de un apuro a solas en vuestra habitación: un sobrecito de azúcar para el café, esa pimienta para la pasta… la sal portátil para cuando te apetece un tequilita en casa de un amigo… Así que ya sabéis. ¡Nunca desestiméis nada por muy petardo que os pueda parecer a primera vista! Puede que luego os arrepintáis.
Y para todo esto no os hacen falta maletas ningunas. Así que no seáis tímidos, venid a cotillear mi twitter y contadme qué más truquitos os sacáis vosotros de la manga.
Aigs…quien no se ha llevado condimentos del Resto’U!