Que se acaben los exámenes… ¡Por favor!
Hoy vengo para echar por tierro uno de los grandes mitos que pululan por el mundo universitario: «A los eramus les regalan las asignaturas». Mito entre los mitos, al menos aquí en Francia. Por lo que me han dicho en Italia es bien distinto el cuento.
Estoy en unas dos semanas tan temidas por todos los estudiantes: la semana de exámenes. Después de un año de descontrol absoluto en mi facultad (porque tampoco os creáis que siguen un sistema estructurado para las clases y los exámenes, ¡NO!) nos han dado el listado con las fechas de los exámenes y aquí estamos todos los erasmitos, rezando porque nos toque un tipo test o porque el profesor se apiade de nosotros cuando lea en nuestras hojas el gran «ERASMUS» que escribimos todos. Pero me da a mí que no va a saltar mucho la liebre por ese terreno, la verdad.
El jueves, después de las tres horas pre-examen que nos tiramos mi amiga Maca y yo en el césped de la facultad al solecito, nos topamos con un examen que: a) compartíamos aula con otra asignatura más (¿dónde se ha visto eso?) y b) Esas preguntas no había por donde cogerlas ni venían en nuestros apuntes. ¿Acaso han habido clase extraescolares de las que no nos hemos enterado?
En fin, el 18 renaceré cual ave fénix de entre las cenizas de los folios de mis exámenes. Sin acritud.
PD: Acabo de asomarme a la ventana y lo que he visto me ha hecho sonreír.