Yo nunca he misseado…
«Es una verdad universalmente conocida que todo Erasmus que sale de su casa y se lanza de cabeza hacia otro país nuevo, desconocido y parcialmente terrorífico… empieza a missear (para los de la LOGSE = echar de menos) ciertas cosas que jamás antes había tenido en cuenta hasta que mamá, perro y jamón serrano desaparecen de tu alrededor»
En otros de los post, mi compañera Flor ya habló de cómo los Erasmus nos convertimos de la noche a la mañana en Erasmuskyper. Verdad como un templo donde las haya, todo sea dicho. Yo, pobre de mí, estoy vetada del Skype por un acuerdo conjunto entre el modem comunitario de mi residencia y la sagacidad voraz y protectora de mi Mac, pero como el que hizo la ley hizo la trampa, ya encontré hace tiempo la manera de comunicarme con mi familia vía WebCam. Así que no temáis por mí, queridos, todos salimos adelante aunque tengamos que asaltar ordenadores ajenos para mandar besos y alohas a casa. [Por suerte ese no es mi caso… AÚN]
Yo, después de una entretenida conversación con cierta sinmaletera, me decidí por hacer un postparejo (toma palabreja recién sacada de la manga). Es decir, este post de hoy será la pareja encantadora y atenta de uno que escribiré al final de mi Erasmus cuando ya haya vuelto al calor literal y metafórico de mi Málaga. Hoy os voy a hacer una lista de lo que todo Erasmus echamos de menos de nuestro hogar y en unos… ¿5 meses? podré deciros qué es lo que echo de menos a rabiar de mi amadísima Nancy. Pero bueno, no nos adelantemos en el tiempo (por cierto, futura yo de dentro de 5 meses… más te vale aprobar al menos el 50% de tus asignaturas) y vamos a lo que nos atañe hoy.
DECÁLOGO DE LAS 10 COSAS QUE TODO ERASMUS SIENTE UNA MORRIÑA ABSOLUTA
1º El Sol. Rey indiscutible de esta lista. Y es que no sólo Sevilla, sino TODA ESPAÑA tiene un color especial. Además de que posiblemente en vuestros destinos el Sol sea más bien un bien preciado y escaso, aquí yo no paro de toparme con ese solecito que ilumina pero no calienta la piel. Armaos de paciencia e intentad sonreíd incluso en los días de tormenta… El Sol siempre acabará BRILLANDO y esos días se convertirán en mágicos, saldréis a la calle cual caracolillos y no querréis que llegue el mañana.
2º A tu mamaíta. Aunque ahora penséis que ella no es más que un adorno en vuestra casa gracias al cual la comida aparece por arte de magia calentita en la mesa, la vais a echar de menos y MUCHO. Hace menos de una semana, estuve en cama con 39 y medio de fiebre, delirando y huyendo como una posesa de esa luz cegadora al final del túnel. Sudando, sola en mi habitación con la única compañía de Oberyn, mi oso gigante, y en lo único que podía pensar era en lo muchísimo que necesitaba los mimitos y las sopitas de mi mami T______T Sí, me convertí en una nena de mamá! ¿Y?
3º El jamoncito en el bocata. ¿Acaso esto necesita explicación? La tradición tira muchísimo y cada uno barre para su casa, ya lo sabemos… ¿pero es que hay algo más español que el jamón serrano dentro de un bocata crujiente con su aceitito de oliva? Y sí, diréis «bueno, al menos tú estás en Francia rodeada de baguettes…» Bah, las baguettes de la panadería de la esquina de mi casa no tienen NADA que envidiarles a las de aquí. Sed previsores y dejad ropa innecesaria en casa (que al fin y al cabo ropa hay en todos sitios) y traeros la maleta llena de embutidos! Lo agradeceréis!
4º Comer a las 2 de la tarde con Los Simpsons. Vayáis donde vayáis… desde Inglaterra a Suecia os intentarán vender que las 12 es la hora apropiada para comer. ¡Las 12! Pero si a esa hora he desayunado yo toda mi vida. Yo aún no termino de acostumbrarme. Sí, mi estómago me pide alimento… pero la verdad es que me pide alimento a todas las horas del día, así que tampoco creo que cuente mucho. El día no se aprovecha igual, no entiendo por qué… y el hambre a las 4 de la tarde hace que te conviertas en un hobbit y almuerces, re-almuerces y después tomes el aperitivo pre-cena para posteriormente cenar.
5º Que la ropa aparezca mágicamente limpia y planchada en tu habitación. Acordaos de mí mientras vivís esos largos e interminables domingos de colada [cosa que protagoniza otro de los puntos de este decálogo]. Las arrugas se convertirán en vuestras amigas y descubriréis que la secadora es el mejor invento de la humanidad. Vuestras camisetas no estarán tan suaves ni olerán tan bien como cuando os la lavaba vuestra madre, pero la práctica hace al maestro y en la supervivencia Erasmus… ir limpio es lo fundamental. Lo demás ya son pijadas.
6º Vida los domingos. Eso de salir una tardecita de domingo a tomarte una cañita con los amigos… no se estila mucho fuera de vuestras fronteras. Nancy parece una ciudad fantasma y de ahí que hayamos bautizado los domingos como «Domingos de colada». Yo incluso he llegado a plantearme volver a ir a misa… al menos para que me dé el aire… por mucho que jurara y perjurara a mi querida abuela con 15 años que ya había ido a suficientes misas para el resto de mi vida.
7º No tener que dar mi riñón a costa de una cerveza. Porque sí, a mí pagar 2 euros por un vasito de cerveza a presión de 25cl ME DUELE. Y eso que tengo la tarjeta ESN para que me hagan descuento que sino serían 4 eurazos. ¡ZAS! El alcohol aquí es caro, señores, y los vasos de cubata y las medidas milimétrica que te ponen ridículas. Así que no sólo los españoles nos dedicamos a exportar jamón y aceite fuera de nuestras fronteras, sino también el botellón. ¡Malditos!
8º Poder entenderte con la dependienta sin tener que recurrir a los gestos. El otro día iba buscando mancuernas para mi prematura operación bikini y me quedé en blanco (en realidad no tenía ni idea de cómo se decía «mancuernas» en francés) así que ahí me veis a mí: «Excuse-moi, vous avez des… ouch… je ne sais pas comme se dit en français… *movimiento extraño de subir y bajar el brazo con una pesa*» Aquí la cuestión principal es echarle cara al asunto. Sin cortarse.
9º La letra «R». Aquí en Francia es a mi amiga que más echo de menos. Esa «R» gangosa que tienen ellos es tan dificil de pronunciar que no paro de hacer gárgaras todos los días con mi propia saliva. A veces, cuando la añoranza me puede me acuerdo de El Perro de San Roque que no tiene Rabo porque Ramón Ramirez se lo ha Robado.
10º La sal en las comidas. Esas verduritas con sabor, esa sal que sala… cada vez que me hago una ensalada o tortilla de patatas echo medio bote de sal en ellas, con miedo de que me haya pasado… y SIEMPRE, repito, SIEMPRE me queda soso. ¿Qué demonios pasa aquí? ¿Dónde están esos sabores con fuerza que nos hacen soltar algunos «mmmmm» después de cada bocado? Aquí los he perdido y los misseo mucho. ¿Tanto cuesta cocer verduras con sal? Por retener un poquito de líquidos tampoco nos va a pasar nada.
He aquí mi decálogo. Juro solemnemente que mis intenciones (no) son buenas al hacer esta lista. ¿Qué es lo que echaré de menos de Nancy cuando se acabe mi vida aquí?
Laura, que momento de risa me has hecho pasar!! muy bueno el decálogo!!
Las arrugas en la ropa serán tus amigas…. Convertirse en un hobbit con tantas comidas (ese comentario me ha dado ganas de ver El Señor de los Anillos ¬¬)… y sobre todo…ir a comprarte unas mancuernas jajajajajaja demasiado genial!! 😉
Que razon tienes laura!!a sus jefes!es la mejor representante de erasmus sin maletas q conozco!!
Jajaja qué buen decálogo Laura!! yo no estoy de Erasmus, pero vaya, me siento identificada con la mayoría de las cosas que dices!! xD El sol, el color de España (aquí es todo demasiado gris!!), el jamón… Marina y yo nos hemos traído la maleta llena de comida española, ñam ñam!! (a ver lo que nos dura ¬¬).
Vente para Inglaterra si quieres cerveza barata! te compras una pinta de cerveza por 1’5 libras 😀
Ah! por cierto! qué me dices de las sartenes cuadradas?? no las echas de menos?? 😛
xDD
jajajja me encanta la fotoooo!! esos momentos de jamon, tortilla y fueeeeet!! mmmmm!!
PD: Mama mandame jamon por correo por favó!!
muy ciertoooo lo del jamón serrano y las largas tardes de domingo para hacer la colada xD
Holaaa wapi!!!
Yo te respondo a tu última pregunta: cuando te vayas de Nancy lo echarás TODO de menos… sobre todo los primeros días T_T
Pero te comprendo, donde yo estuve de Erasmus el sol salía una vez al mes, y ese día, todos los belgas salían en manga corta y sandalias (y yo con el abrigo, porque ese sol no calentaba nada)… las comidas de mamá, los horarios, los alimentos… buf! aunque yo acabé acostumbrándome a eso de comer tempranito jeje.
Disfruta Leara, porque el tiempo no pasa, vuela, y dentro de nada estarás en casa llorando porque ya nunca volverás a vivir una Erasmus.
Besoteees
¿Soy el único que se ha dado cuenta? En esa lista falta echar de menos a tus mascotas. Ellos nunca lo harían… 🙁