Escuchar tu idioma ERASMUS en la televisión y sentirte la máxima oriunda
Hace ya bastante que no hablo portugués; prácticamente desde que volví de Portugal, exceptuando el hecho de cantar alguna que otra canción en la ducha. Y lo echo de menos.
Cuando estás más de cuatro meses hablando en una lengua -no las 24 horas del día, claro está, pero más de lo que has hablado nunca otra lengua que no sea la materna-, dejar de practicarla de repente se lleva un poco mal. Porque esto no se puede comparar a la práctica del inglés, idioma al que mucha gente coge manía por el hecho de tener que estudiarlo de manera obligatoria desde los 6 años; o del francés o alemán, como lenguas a elegir de asignatura optativa en esas dos horas la mañana de los viernes en el cole.
Esta es otra manera de aprender un idioma que no se puede comparar con nada: disfrutando. Porque no lo aprendes en un aula de 20 metros cuadrados, con un/a profesor/a más spanish que tú. No lo aprendes con deberes de gramática en los que tienes que rellenar espacios en blanco con el verbo conjugado, o escuchar un audio para completar un texto con una pronunciación que jamás vas a escuchar en el país donde se habla esa lengua. Y lo más importante, porque lo hablas. Día a día, con la panadera, el del estanco, la cajera del supermercado, el vecino mayor del piso de abajo (que esperas que nunca te llame la atención por las fiestas), con los compañeros de clase y los profesores, con los camareros de tus bares favoritos y el chófer del autobús. Con todos ellos.
Y te llegas a arrepentir un poco, porque ahora que no lo hablas nada crees que estando allí no lo hablaste lo suficiente. Aunque será mejor pensar que sí lo hiciste y buscar la manera de retomarlo y no perderlo nunca. Porque una vez de vuelta, no sé tú, pero yo me he dado cuenta de que este es uno de los souvenirs más importantes que me he traído: el poder hablar la lengua del país que me ha abrazado los últimos meses.
Tan importante que ayer, viendo un capítulo de ‘El Ministerio del Tiempo’ cuya trama se desarrollaba en la Lisboa del siglo XVI, una tabernera dijo una (¡sólo una!) frase en portugués y se me iluminaron los ojos sintiéndome más portuguesa que nadie en ese preciso momento. Os ha pasado, ¿verdad? Qué afortunados somos 🙂
Psssss, oye, ¿os habéis enterado de que SinMaletas está en Instagram? No dudéis en seguirle: instagram.com/sinmaletas/