Mi familia. Primera parte.
Hace ya bastante tiempo, a principios de año, cuando me definitivamente me dieron Budapest como destino erasmus. Lo primero que hice fue ponerme a buscar mis futuros compañeros de piso, los que más tarde se convertirían en mi familia en Dob Utca. Yo tenía claro que quería compartir piso con estudiantes de habla no española, que les gustase la fiesta pero que a su vez fuesen relativamente responsables.
Con estas premisas publiqué un anuncio en Facebook, donde explicaba mi idea de compañeros, a la vez que contaba un poco sobre mí. En nada conseguí la respuesta de Enrico (italiano), a la que se sumaron Annika (alemana) y Marion (francesa). Después de hablar un poco vía whatsapp y comprobar que podríamos encajar, decidimos buscar piso. Fue Marion quien se lo curró de verdad, que encontró la que hoy es nuestra casa: un piso en el distrito VII, no muy grande pero muy bien situado y en el que ya me siento como en mi casa.
A principio tenía mis dudas, porque cada uno somos de nuestro padre y de nuestra madre, un país diferente con diferentes formas de ver la vida. Estaba muy equivocado. Desde el minuto 1, mi relación con Marion y Annika fue de lo mejor, como si nos conociésemos de toda la vida y pasamos dos semanas estupendas. Fue entonces cuando se incorporaba Enrico para completar la plantilla. Pero os voy a contar de forma individual para que los conozcáis un poco.
Como se suele decir, los hombres primero (era así?), así que empecemos con Enrico. Enrico, italiano del norte, nervioso como el rabo de una lagartija y para ser sincero un poco desastre. Quitando que a veces parece que lo acompaña un huracán, es estupendo, compartimos gustos musicales y ya nos hemos pegado alguna que otra buena fiesta. Ahora mismo lo tengo en la cocina silbando como si no hubiera mañana…
Marion, es la pequeña de la casa con apenas 20 años. Una francesa de Toulouse, con unas inquietudes culturales nada propias para su edad y eso me encanta. Con ella me río a cada momento, y ella conmigo también, así que sin salir de casa nos lo pasamos pipa. La pobre ya ha aceptado que la llame friki, e incluso me canta: “Friki, yo soy una friki”.
Desde Alemania, Annika. Una alemana de los más típico físicamente hablando, porque después en personalidad no es para nada lo que nosotros creemos que son: serios, rectos, etc. Es muy dulce y cariñosa, un encanto. Además es una comilona tremenda, disfruta como pocos comiendo y cuando cocino algún plato típico español sólo le falta llorar. En cuanto a la cocina, ambas tienen interés pero poca experiencia, pero son las mejores aprendices que puedes tener. A final de año seguro que se llevarán un buen libro de recetas españolas. Con ambas tengo programadas visitas obligadas, de ida y vuelta por supuesto.
La verdad, era muy importante para mí encontrar compañeros con los que llevarme bien, porque al fin y al cabo son personas con las que quieras o no pasan la mayoría de tu tiempo. Decir que he tenido suerte se queda corto. He encontrado gente con la que puedo pasar horas charlando con una botella de vino de por medio, con la que reírme de su ropa interior, de cómo intentan pronunciar mi apellidos o incluso como usan las más típicas expresiones andaluzas.
Son ellos mis compañeros y parte de mi familia de aquí. Es así porque desde que llegué y hasta que vuelva para Navidad van a pasar al menos 4 meses hasta volver a encontrarme con los míos. Pero al menos cuando me siento a la mesa, tengo gente maravillosa, con la que hablar de cualquier cosa y que hacen que tu día a día aquí sea mucho más llevadero.