No hay nada como estar en casa. No hay como estar en casa…
Cerrad los ojos y repetid conmigo: “No hay nada como estar en casa. No hay como estar en casa…” Pues así me sentía yo un par de días antes de volver a Nancy. Si os contara mis primeros días, hace tropecientos años… en septiembre. De hecho, lo voy a hacer, aunque fuera de estos muros virtuales lo negaré todo. Avisados estáis.
Estuve a pique de un repique de soltar mi maleta de 21kg en mitad de una carretera llena de baches, volver al tren que me llevaría a París y mandar mi Erasmus a freír espárragos. Mi, siendo modesta, medianamente bueno nivel de francés no me sirvió de nada. A mí todo lo que me decían me sonaba a chino mandarín y me bloqueé. Un nada gracioso error entre la chica de la recepción de Erasmus de la estación de Nancy y la mujer del Accueil de mi residencia me hizo creer durante 30 minutos andando cuesta arriba tirando de dos maletas que no tenía habitación reservada. ¡HORROR! ¿Dónde estaba mi madre y mi rincón de llorar cuando más los necesitaba?
Han pasado 4 meses desde entonces. Ha llovido, ha nevado, ha hecho un calor abrasador en pleno diciembre y es a mi pequeña habitación de 9 metros cuadrados, llena de ropa, fotos y recuerdos absurdos pero llenos de significado adónde quería volver. Esto es como un Gran Hermano de tamaño industrial. Todo se intensifica. Se conoce gente maravillosa, vives experiencias descabelladas en las que jamás habías pensado, te haces mayor y te das cuenta de cuánto eres capaz de hacer por ti mismo.
El papeleo francés es un auténtico infierno. No os voy a engañar. ¿Pero qué importa eso cuando el acento es tan sexy? Digo…. ¿Pero qué importa eso cuando el Erasmus está para vivirlo al máximo y la parte académica será menos del 10% de vuestras preocupaciones (salvo a final de año, claro)?
Voy a ser vuestra ventana. Vuestra Uyulala Erasmus. La voz que responderá vuestras preguntas. Y aquella que os envidiará profundamente cuando yo vuelva a la realidad de mi casa y vosotros empecéis con vuestra propia aventura. Así que no seáis tímidos y disparad cualquier cosa que se os ocurra.
Me he dejado a mi Totó particular en Málaga, en vez de zapatos de rubíes tengo unas botas con borreguito para que no se me gangrenen los pies, mi camino de baldosas amarillas está nevado, pero tengo mi Oz particular y no tengo nada que envidiarle a ese mago pomposo. ¿Os apostáis algo?
¡Mujeeeeeeer! ¡Ya iba sienod hora de que nos contases tus aventuras! 😀 Así nos preparamos un poquito los que planean marcharse, ¿no? 😛 ¡Espero el próximo capítulo! 😉 ¡Un beso!
Ey Laura, me sorprende que sólo llevaras 21 kilos de equipaje!! me esperaba algo más!! xDD
Que gracioso el error entre la chica de la recepción de Erasmus de la estación de Nancy y la mujer del Accueil de tu residencia, no?? Me habría gustado verte en ese momento! Bueno, y no quiero dejar escapar ese… «mi, siendo modesta, medianamente bueno nivel de francés» modestia aparte, no?? jajaajaja muy bueno!! 😉
PUF, y pensar que hasta hace un mes yo también estaba de Erasmus… ¡qué envidia me das! Pero como soy así de masoca y me encanta sufrir, me iré pasando por aquí para ver lo bien que te lo pasas.
¡Ya nos irás contando!
Señorita Laura, tengo que ir a París en algún momento.
Podrías ir tú también, ¿no?
O venirte a Cluj… 🙂