Por fin todos juntos…
Tengo 28 años, (sé que mayor para estar de erasmus), el hermano mayor de la familia y desde el día que nací, mis padres no han estado nunca solos. Yo estudiaba en Sevilla pero mi hermano Joaquín y mi hermana Gema se quedaban en casa. Después se marchaba Joaquín pero yo volvía al nido.
Así idas y venidas, hasta que llegó septiembre de este año 2015. Yo cogía mi camino hacia Hungría, mientras que Joaquín se iba a Castellón para comenzar su último año y esta vez la más pequeña volaba del nido hacia Málaga para comenzar sus estudios universitarios.
Esta vez sí, mis padres se quedaban solos, mientras que sus hijos quedaban repartidos por la geografía española y europea. Durante 4 meses sólo hemos coincidido en la pantalla de skype, pero desde ayer volvemos a estar todos juntos.
Anoche, nos hemos sentado los 5 a la mesa y es como si el tiempo no hubiera pasado. Cada uno de nosotros contando las anécdotas e historias correspondientes de nuestra experiencia. Mientras tanto la cara de mis padres rebosaba felicidad, porque a pesar de que la vida siempre podría ser un poco más plácida, lo importante es que estamos todos juntos.
Ese es mi tesoro, del que disfrutaré cada día antes de marcharme. Incluso aunque no estemos juntos, porque yo paro poco en casa, al final del día, a la hora de dormir compartimos el mismo techo y también compartimos sueños.
Estas líneas son simples y con un toque de melancolía, que poco tienen que ver con mi experiencia erasmus. Porque esta historia es la historia de mi familia, la de mis padres. Porque son los padres los que luchan día a día para que los hijos cumplan sus sueños, entre los que pueden estar ser astronauta, futbolista o alguno más simple como el de ser feliz, y en ese nuestros padres juegan el papel principal.
Además de nuestros padres, estos días compartiremos mesa con el resto de la familia. En mi caso, este año, en la cena de esta noche frente a mí tendré un hueco en la mesa. Un hueco imposible de llenar. Pero no será doloroso ni triste, porque él (mi abuelo) me transmitió la alegría como principal estado de ánimo y no voy a ser yo quién contradiga lo que me enseñó.
Al igual que yo, sois muchos los que extrañaréis a alguien, pero sólo tenéis que buscar ese recuerdo cálido que hará que el echarlos sea un sentimiento de nostalgia pero no de tristeza.
Hoy, el día de Nochebuena y víspera de Navidad, es un día de sentimientos encontrados; pero en el que al final del día encontraremos algún motivo para sonreír. Espero que todos vosotros encontréis ese motivo. Y espero también que todos aquellos estudiantes o exiliados que no han podido pasar estas fechas con sus familias, encuentren la compañía que les ayude a sobrellevar las ausencias familiares y puedan disfrutar de esta fiesta igualmente.