¿Qué hacemos hoy?
¿Qué hacemos hoy? Es la pregunta que más se repite en los grupos de whatsapp entre los erasmus sobre las 5 de la tarde. Después de una “intensa” búsqueda entre los eventos del Facebook y sitios webs siempre hay alguien que encuentra el plan perfecto. Entonces es cuando surge la siguiente pregunta, ¿dónde bebemos hoy?
La fiesta o la discoteca a la que ir es tema de discusión, pero lo que no se discute de ninguna manera es que antes de salir tenemos que quedar en alguna casa para beber antes de ir a cualquier sitio. Y siendo sincero, ese momento es casi siempre mejor a lo que viene después. Por eso hoy, os voy a contar cómo son las fiestas erasmus en nuestros pisos.
Lo primero, como ya dije, es decidir en qué casa. Cuando algún valiente dice “a mi casa podéis venir si no hacemos demasiado ruido”. Todo el mundo responde que sí, que tranquilo que nos vamos a portar mejor que el día de nuestra primera comunión. ¡Mentira!
Lo segundo es ir a comprar las bebidas y en este apartado hay suficiente como para escribir un libro, pero yo intentaré resumirlo. Hay 3 clases de personas: los que beben, los que beben vino y los que hacen botellón. Para los primeros el criterio es simple, buscar la cerveza más barata pero siempre y cuando el volumen de alcohol sea superior a 5%. Los del vino son algunos sibaritas, sobre todo no españoles o mi caso, que he encontrado un vino espumoso que es una maravilla para el calentamiento pre-party (bueno, barata y con mucho alcohol). Y por último, aquellos que hacen botellón, normalmente de vodka porque es lo más barato, o de alguna marca de gin que bien podría servir de colonia; el inconveniente es que aquí no hay hielo, por lo que las botellas incluido el refresco deben estar en el congelador.
Lo tercero, es empezar la fiesta. Todo el mundo llega muy tranquilo y respetando las normas básicas de la casa, limpiando incluso si se derrama alguna bebida en el suelo. Al pasar una hora cuando los niveles de alcoholismo suben, el suelo empieza a ser una pista de patinaje, los shhh se convierten en gritos (sobre todo cuando sólo somos españoles) y entre una cosa y otra, ya está el lío formado.
A partir de este momento, el anfitrión se rinde de intentar contener el jaleo y sólo piensa que ya tendrá tiempo para tomarse su revancha y decide liarla igualmente. La música cada vez está más alta, y el repertorio empieza a convertirse en comercial y pachanguero para terminar con algunas joyas como “Bomba” de King África, “La barbacoa” de Georgie Damm o peor aún, “La Macarena” de Los del Río. Un desastre de lo más divertido, que dejan estampas y algunos documentos gráficos dignos de museos.
Esto sigue así hasta que los vecinos quieran, hasta que te amenazan con llamar a la policía, una amenaza a tener en cuenta porque aquí puedes dormir en el calabozo sólo por hacer demasiado ruido después de las 10 de la noche. Es momento de recoger un poco ( o no) y marcharse a donde sea.
Este trayecto es de lo mejor, continuando con la fiesta dejada atrás y recordando ciertos momentos bochornosos a la vez de divertidos. También es un momento de dispersión, algunos tienen clase pronto y se marchan, otros se han bebido el agua de los floreros y deciden echar a perder el taxi de algún buen húngaro; el resto continúan con la fiesta.
Lo que ocurra en el resto de la noche ya no importa, porque te acuestas con una sonrisa de oreja a oreja después del rato que has pasado con amigos, porque en estas fiestas estás con quien quieres estar y eso es siempre un punto a favor. Ya sólo queda esperar la foto mañanera del anfitrión acompañada de un “la que me habéis liado cabrones”.
Prometo que alguno de los vídeos que suba al canal de Youtube será para dar testimonio de estos eventos improvisados que son sin duda de lo mejorcito de la vida erasmus.
¿Te apuntas a la próxima?