TIFF y el trauma postTIFF
Esta mañana me he despertado percatándome de LA SITUACIÓN. El corazón acorazado se me ha reblandecido y me he dado cuenta de que sí me importa irme de Cluj, de que me duele dejar a la gente, de que Rumanía se ha quedado impregnada en todo mi cuerpo.
Pero, pese a todo, este post no trata sobre lloriqueos (quizá el próximo), sino sobre cómo ha sido el TIFF. La última semana y media la he pasado entera de cine en cine, cortando tickets, conociendo a gente (maravillosas Andra y Ana Maria) y viendo películas.
El maratón cinematográfico comenzó el lunes con dos documentales; el lacrimógeno y reinvindicativo Russian Lessons (Olga Konskaya y Andrei Nekrasov, 2010, Noruega) sobre el conflicto entre Rusia y Georgia de agosto de 2008 y el cinéfilo Cinema Komunisto (Mira Turaljic, 2010, Serbia) acerca del amor (y el uso propagandístico) de Tito, el que fue presidente de Yugoslavia, por el cine.
El martes ingerí The Angel (Margreth Olin, 2009, Noruega-Suecia-Finlandia), una de esas pelis «no te drogues» con final feliz, la fabulosa comedia Mission London (Dimitar Mitovski, 2010, Bulgaria-Hungría-Gran Bretaña-Macedonia) y Reconstituirea (Lucian Pintilie, 1968, Rumanía), una película de estilo novelle vague sobre la grabación de un spot contra el consumo de alcohol entre los jóvenes.
Y por la noche me mandaron a cubrir la proyección especial al aire libre de Odessa în flacari (Gallone, 1942, Italia-Rumanía) en el Castillo Banffy-Bon?ida, a las afueras de Cluj.
El miércoles intenté ver Pina (Win Wenders, 2010, Alemania-Francia), pero estaba el cine hasta los topes y me quedé con las ganas (¿la llegarán a estrenar en España?), así que vi Sin Retorno (Miguel Cohan, 2010, Argentina-España) y me quedé a la rueda de preguntas con el director, quien contó la ilusión que le hizo poder trabajar con su dios Federico Luppi y con Leonardo Sbaraglia. Película que me gustó, sin encantarme, y que ganó el Premio del Público.
El jueves le tocó el turno a la espectacular Balan?a (Lucian Pintilie, 1991, Rumanía-Francia) de la que me enamoré hasta decir basta y que intentaré ver en muchas más ocasiones. ¿Cómo no repetir con una tragicomedia sobre la Rumanía comunista? La rueda de preguntas con Lucian Pintilie fue, cuanto menos, impresionante, pues hubo un par de intervenciones que criticaron duramente la imagen que Pintilie ofrece de Rumanía; intervenciones que fueron contestadas con el humor hiper ácido del director. Por la noche, en la pantalla al aire libre en Pia?a Unirii, mientras cortaba tickets y me moría de frío, vi Hermano (Marcel Rasquin, 2010, Venezuela), a cuyo super amigable director conocí la noche anterior, y me quedé prendada del protagonista, su amor imposible y las deliciosas tartas de su madre asesinada.
El viernes disfruté de la nueva ola de nuevo cine rumano con Principii de via?a (Constantin Popescu, 2010, Rumanía) que me dejó trastocada y dándole vueltas un par de horas. Y sobre todo me provocó muchísimas ganas de
consumir el nuevo cine rumano en vena, por lo que me compré el carísimo pack de DVD´s de la nueva ola (con 11 películas que disfrutaré como una enana), que será, sin duda, lo mejor que me lleve de vuelta a casa sinmaletas. Y por la noche sufrí dos sesiones del genial ciclo de Shadows Shorts consistente en cortometrajes y animaciones de terror y sadismo (no apto para quienes se marean con la sangre).
El fin de semana, para mi desgracia, no pude ver más que Mr. Nobody (Jaco van Dormael, 2009, Francia-Alemania-Canadá-Bélgica). Film al que le tenía ganas desde hace meses y del que no me esperaba todo lo que me ofreció (una «Los amantes del círculo polar en versión americana enrarecida», dijo Fani). Y el cortometraje E pericoloso sporgersi
(Jaco von Dormael, 1994, Belgia), que se proyectó previamente a Mr. Nobody con toda la intención, a mi suponer, de que hiciésemos analogías entre las dos obras del director belga.
Anoche, para terminar, tuvimos fiesta sorpresa de voluntarios en el Hotel Continental, con concierto de un genial grupo de Cluj, Grimus (que podéis escuchar pinchando aquí) y despedida entre vinos de toda la gente a la que he conocido durante el festival.
Y, sin más, aquí dejo la crónica sobre cómo me ha ido estos días. Ponto el punto final antes de que vuelva a ponerme ñoña por tener que volver a Madrid…