Casa
Al fin y al cabo, resulta cierto eso de que cuanto más lejos sientes algo, más lo echas en falta. Y puedo estar hablando desde cosas tan importantes como personas, a cosas tan insignificantes como la luz de la calle.
Creo que de las cosas más importantes que te puede dar un Erasmus es experiencia, independencia, poder llegar a conocerte una más. Pero quizás lo más trascendente es la lección de saber valorar las cosas.
Durante esta experiencia crece dentro de ti un sentimiento de morriña que jamás habrías pensado. Y no es solo echar de menos a tu familia o amigos, es mucho más. Desde el café o la cerveza con tus amigos, hasta la cama de tu habitación. Visitar a tus abuelos, jugar con tu perro, la comida de tu madre, pasear por tu barrio, la terraza de tu bar favorito, las tonterías más absurdas con tu mejor amigo, el clima de tu pueblo, los paisajes de tu zona, las gentes de tu país, la luz del día, el clima, las llamadas improvisadas para quedar, incluso las bibliotecas de tu universidad (vale esto quizás menos pero incluso uno se acuerda de esto).
Puede parecer que todos estos detalles son una buena razón por la que quedarse en casa sin correr el riesgo de perderlo todo. Pues NO. Al contrario, esto es una razón más por la que moverte de tu zona de confort. Hasta que no vives algo así no puedes llegar a apreciar con tanta intensidad los pequeños detalles de tu vida. Puede parecer contradictorio, y sí, lo es. Pero el saber echar de menos es una habilidad muy necesaria y que debemos de aprender a cómo vivir con ella.
Otra de las cosas de las que te das cuenta es que cada lugar tiene su encanto y que, por supuesto, dependerá mucho de la compañía que te brinde ese lugar. Pero una cosa sí que es internacional y se entiende en cualquier cultura. “Casa solo hay una”. Ya puede ser el lugar más maravilloso del mundo, con las mejores atracciones turísticas, la mejor de las gastronomías o el mejor de los ambientes; que ni eso podrá igualar al beso de tu madre antes de salir, al abrazo de tus tíos al verte, los juegos con tus hermanos o primos o la simple mirada de tus abuelos.
Lo que podéis sacar de todos estos párrafos de ñoñerías y purpurina es que en esta vida hay que valorar hasta el más mínimo de los detalles, pues hasta ese cuenta como el que más.