Un poquito de mi vida Erasmus en Viseu
Hola a todos,
hoy, 6 de enero, ha sido la fiesta de Reyes en España, sin embargo yo ya me encuentro por tierras portuguesas de nuevo. Resulta que aquí solo celebran el día de Papá Noel, y el 3 de enero, desgraciadamente, se empiezan las clases de nuevo… Pero no vengo hoy a hablaros de eso. Es que hoy, con toda la familia enviándome las fotos desde allí, todos celebrando el día en familia, comiendo comida de mamá y de la abuela, abriendo regalos… Hoy he sentido mucho más que otras veces la lejanía de casa, y el echar de menos esos momentos.
Como han sido vacaciones, hemos vuelto a casa por Navidad. Pero una vez he llegado a aquí de nuevo, he podido hacer balance y ver la gran diferencia de las dos vidas que tengo ahora mismo: mi vida en Zaragoza y mi vida Erasmus.
La vida erasmus lo primero que te da es independencia. Yo, por mi parte, siempre había vivido con mis padres y mi hermana, y nunca había estado fuera de casa más de quince días. Esta independencia es genial muchas veces, ya que nadie te grita si algo no está recogido, comes lo que quieres cuando quieres, sales de fiesta todo lo que quieres (y más), viajas mucho más… Pero claro, esta independencia conlleva unas obligaciones también: comienzas a saber lo que es vivir en un piso, tener que hacer todas las tareas de la casa, controlar lo que gastas y en qué lo gastas, convivir con gente nueva para ti…
Lo más importante que te llevarás del erasmus es aprender a ser autosuficiente, a no tener a mamá y a papá para ayudarte si se estropea algo, a sacarte las castañas del fuego vaya. Lo malo es que tantas y tantas veces se echan de menos los abrazos de tu familia, su apoyo, el llegar a casa después de un mal día y tener una cena rica esperándote y a tu familia para escucharte… (Será también que ahora estoy de temporada de exámenes y necesito todo eso elevado al cubo.)
Adaptarse a la vida erasmus es fácil cuando empiezas y todo es salir, viajar y hacer lo que quieres. Pero es más difícil cuando te das cuenta de que debes frenar el ritmo o tu presupuesto de tres meses te lo vas a pulir en medio mes, o cuando te surge algún problema y tienes que comunicarte con gente que no habla tu idioma para intentar solucionarlo.
Sin embargo, esta vida merece tanto la pena como siempre nos han dicho a todos, no solo por la experiencia de ser independiente. Sino sobretodo el conocer a tanta gente distinta a ti, de otras partes de España, de Europa, o incluso del mundo. Descubrir cosas en ellos que admirar, y descubrir en ti sentimientos o pensamientos que nunca esperaste. Coger cariño a mucha gente en poco tiempo, estar con ellos 24/7, y, desgraciadamente, despedirte de algunos que tienen que irse antes que tú. Pero al final sabes que estarán siempre en tu corazón, y de alguna manera confías en volverlos a ver, porque todo lo que se comparte en el erasmus no se vive en otros lugares.
Al final tienes una segunda familia, que aunque no te den abrazos como los de tu madre, te ayudan, apoyan y abrazan cuando lo necesites.