El Eramus de Damián en Nijmegen, Holanda.
“Un año de Erasmus da para mucho…” Así comenzaba su presentación Damián, un chico de 23 años que estudia Comunicación Audiovisual en la Universidad de Valencia y que un buen día decidió que el mundo era demasiado grande como para quedarse en un solo lugar. Y para demostrarnos su afirmación, nos envió este vídeo resumiendo sus aventuras: Life on the road.
1- Háblanos un poco del Damián que decidió marcharse de Erasmus: ¿cómo eras antes y cómo crees que eres ahora?
Siempre he sido una persona a la que le ha gustado viajar y descubrir nuevos lugares, desde bien pequeñito mis padres me han enseñado la cultura del camping y del mochilero, pero siempre se había traducido en unas vacaciones, unos cuantos días, nada más. Realmente, como vas con gente conocida no le sacas tanto provecho al sitio al que vas. El Erasmus es completamente diferente, en mi caso, vivía en una residencia donde todos éramos estudiantes internacionales, ¡vivía con gente de hasta 5 países diferentes!
Eso fue genial. Al convivir con tanta gente de lugares tan diferentes te das cuenta de lo mucho que te queda por aprender. Te das cuenta de lo diferentes que somos, pero a la vez tan iguales. El Erasmus es una etapa que te hace mejorar como persona, tanto a nivel personal como a nivel social. Al menos en mi caso, la manera de tratar con los demás cambia, te vuelves más tolerante, más respetuoso y más abierto.
2- ¿Por qué irse de Erasmus?
Ya en 2011 decidí ir por mi cuenta a probar suerte al extranjero; me marché una temporada a trabajar a Liverpool. Fueron tan solo 4 meses porque tenía que volver a España para empezar la universidad, pero fueron suficientes para darme cuenta de que el Erasmus tenía que ser un paso obligado en mis estudios. El ver mundo, conocer qué está pasando fuera de España, cómo se ve tu país desde fuera, conocer cómo trabajan en otras universidades o cómo viven los ciudadanos de otros países eran preguntas que tenía curiosidad por resolver. Además por encima de todo estaba el “maldito” inglés. Siempre se me había resistido y ya era hora de afrontarlo. Supe que la única manera de aprender inglés e interiorizarlo era vivir en un país donde se utilizara. Y así ha sido.
3- ¿Qué destino escogiste y por qué?
Yo soy una persona que me muevo en bicicleta en mi día a día así que quería una país donde pudiera ir en bici a todas partes y además aprendiera inglés. Esas eran mis condiciones personales por lo que Nijmegen, en Holanda, fue mi decisión perfecta. Siempre me había llamado la atención la cultura ciclista que tienen allí y quería vivirlo en primera persona. Además las gran mayoría de la población Holandesa habla inglés perfectamente, desde el personal de los supermercados hasta los estudiantes universitarios. Allí la universidad es obligada en inglés, por lo que la gente se prepara bien ya desde la infancia para llegar con un buen nivel de inglés a la universidad. La televisión pasa las series en versión original (la mayoría en inglés) así que la gente interioriza el lenguaje mucho más rápido.
4- ¿Qué es lo más duro de irse a vivir fuera?
Lo más duro es la familia y los amigos que dejas en tu tierra. Es un tópico y siempre se repite lo mismo, pero es la pura verdad. Yo tuve la grandísima suerte de encontrar unos compañeros Erasmus increíbles en mi residencia, hacíamos excursiones, salíamos a tomar algo, cenábamos juntos en casa, vamos, mi segunda familia allí en Holanda. Pero cuando estás tanto tiempo fuera, hay veces que deseas volverte un fin de semana y tomarte una cerveza con tus amigos de toda la vida para poder contarles en persona todo lo que te está pasando.
5- ¿Y lo mejor?
Lo mejor , sin lugar a dudas, la gente. Mis compañeros con los que vivía son perfectos, y digo son porque ahora tengo amigos por toda Europa. Como he dicho antes, yo vivía en una residencia de estudiantes y nuestros pisos eran de 9 personas “¡qué barbaridad!” pensarán algunos, pero no. Eso era lo mejor de todo. Llegabas a casa y siempre había alguien con quien hablar (en inglés claro). Las cenas eran el acto sagrado del día. Allí nos reuníamos todos y nos contábamos cómo había ido el día. El que sabía más inglés ayudaba al que sabía menos y así cada uno aportaba lo que sabía. Los franceses cocinaban los mejores crepes del mundo, una amiga italiana nos hacía un risotto estupendo, y cómo no, nosotros les obsequiábamos con nuestra famosa tortilla de patatas. Cada vez que volvía de España a Holanda y llegaba a mi casa holandesa me sentía realmente en mi casa. Esta convivencia creó un clima estupendo que luego se tradujo en excursiones, viajes, visitas por el país, etc. De hecho, ¡gran parte de los lugares visitados en el vídeo son excursiones que hicimos a las ciudades y pueblos de origen de mis compañeros Erasmus!
6- ¿Repetirías experiencia?
¡Sí! Sin lugar a dudas. De hecho, yo estudio en la Universidad de Valencia, hice dos años allí y cuando pude coger el Erasmus (en tercero), lo pedí. Pues bien, el Erasmus me gustó tanto que para terminar el cuarto año pedí el intercambio Séneca (a nivel nacional), y ahora estoy viviendo y terminado la carrera en Barcelona.
7- Un consejo para los indecisos
Que no lo piensen mucho. Si le das muchas vueltas a la cabeza acabarás por no ir. Tú tranquilo, que cuando llegues al lugar verás cómo poco a poco las cosas se van haciendo más fáciles. No voy a decir que es un camino de rosas, y ahí está la gracia, que te tienes que espabilar. Pero es una de las mejores lecciones que te puede dar la vida.
8- ¿Piensas volver a vivir en el extranjero? ¿Dónde y por qué?
De momento quiero pasar una temporada en España para terminar la universidad, pero si cuando acabe no encuentro nada que me guste aquí en España no me importaría marcharme fuera otra vez. Al final del Erasmus he aprendido que no importa donde estés si estás a gusto. Si te gusta más un trabajo, unos estudios o una forma de vida que no está en tu país, ¿por qué no ir a por ello?
¿Dónde? Ni idea, donde sea. La cuestión, como ya he dicho antes, es estar a gusto contigo mismo, si a ti te gusta lo que haces y dónde lo haces, serás feliz.