Proceso de adaptación: superado!
Supone un cambio brutal en tu vida, dejar el confort de tu casa, tus lugares de siempre, tu gente e incluso tu comida; para viajar 3000 kilómetros de distancia a una ciudad enorme, en un país culturalmente muy distinto al nuestro. Es por eso que se necesita un proceso de adaptación, el cual puedo decir he superado con creces desde el primer día.
Mi estancia en Budapest ya supera el mes ya que llegué el 1 de septiembre, día en el que la primera sorpresa que me llevé es que estaba pasando más calor que en el resto del verano en Andalucía. La temperatura apenas llegaba a los 30 grados pero la humedad era tal alta que la sensación era bochornosa y horrible; así fue la primera semana hasta que bajaron un poco las temperaturas y conseguí asimilar la humedad del sitio.
Otro gran reto, fue el de hacer la compra en un supermercado cuyos productos son completamente distintos a los de España, pero donde además todas las etiquetas están escritas en húngaro (un idioma imposible) y ninguno de los dependientes habla inglés. El resultado es que me llevé alguna sorpresa como que lo que yo creía que era yogur natural era nata (cuando me lo estaba comiendo), o que pasé 10 minutos intentando distinguir entre azúcar y sal porque sólo había sal fina y ambas estaban en la misma estantería. Con el tiempo he encontrado otros sitios donde resulta muchos más fácil hacer la compra sin volverse loco. Aunque también es cierto que la mejor compra que he hecho hasta ahora es la que mandé desde España a través de SinMaletas.
Quitando ese par de cuestiones todo ha ido sobre ruedas; gracias también a que he encontrado gente maravillosa con la que comparto el día a día y que hacen las cosas más fáciles a cada paso que damos aquí; donde estamos tan lejos de todo la gente que hemos dejado en España. Por otro lado las clases, a priori suponían un reto, por el hecho de estudiar en inglés, pero la realidad es que a los estudiantes Erasmus intentan facilitarles las cosas para que al menos consigan el mayor rendimiento posible en las distintas asignaturas; quizás sea más complicado las cuestiones burocráticas para gestionar la beca, convalidación de asignaturas y estancia.
He pasado este último mes entre clases, hacer turismo y saliendo de fiesta (conciertos, fiestas en pisos, ruin pubs, etc), a lo que también puedo sumar un primer viaje a Viena; una ciudad totalmente recomendable. Un mes muy intenso, que es sólo el principio de una larga aventura.
Si os apetece ser partícipes de mi aventura, podéis hacerlo leyendo las historias que cada semana os traeré a este blog de la mano de SinMaletas; donde mis compañeros Nerea y Mícail harán lo propio desde sus respectivos destinos.