Senderísmo por Rumanía
Hoy me gustaría sugeriros un plan no tan común para estar de erasmus, pero lo bueno de esta experiencia es lo variada que puedes llegar a hacerla. Ya se lo que se os puede pasar por la cabeza… “Pero a ver… ¿Senderismo? ¿Dónde está el alcohol ahí?” Pero venga, puedes llevarte cerveza al monte así que no tienes excusa pequeño alcohólico en potencia.
Bromas aparte, la verdad que es un plan bastante apetecible para uno de esos domingos aburridos en lo que lo único que se te pasa por la cabeza es morirte del aburrimiento. Y aquí en Rumanía la cordillera de los Cárpatos nos ofrece cientos de rutas en las que podrás estar en contacto directo con la naturaleza.
Vale, puede que no estéis acostumbrados a hacer deporte o a andar largas distancias, pero tranquilos que hay todo tipo de rutas, desde hacer 10 kilómetros en un día o 30 pasando por picos nevados.
Posiblemente la mejor época para hacerlo sea ahora a comienzos de primavera, ya que posiblemente la mayoría de los osos siguen invernando (Tranquilos no es común encontrarse ninguno) la flora comienza a emerger tras el duro invierno (por lo que los paisajes estarán preciosos cuanto menos) y ya solo quedarán a lo sumo pequeños restos de nieve (lo que facilitará notablemente la travesía)
Bueno, pues para empezar lo primero, obviamente, es encontrar una ruta adaptada a ti. Como dije antes hay infinidad viendo la grandísima extensión de montaña que forman los Cárpatos. Es tan fácil como buscar en cualquier blog, y no te preocupes por perderte pues por lo general suelen estar muy bien señalizadas con simbología específica para cada ruta. Una vez encontrada tu ruta ideal no olvides tanto comprobar la altitud (pues puedes encontrar tramos nevados y eso, créeme, dificulta bastante la marcha) como el tiempo (teniendo bastante en cuenta el viento, eso hace que el fría esté presente).
Importante es también el “equipamiento”. La mejor opción son unas botas, ropa deportiva cómoda y sobre todo llevad mucha agua y provisiones, que allí el hambre pica bastante.
Y para mí, lo que es lo mejor de todo es terminar la ruta en algún sitio con aguas termales naturales que suele haber a patadas. Imagina que tras unos 20 kilómetros terminas metido en piscinas de agua a 50 grados con una cerveza bien fría en la mano (aquí está el alcohol) e incluso, para los más atrevidos, teniendo a veces la opción de meterte en un río helado.
Si después de esto no te he convencido no se que lo hará. A mí lo de la cerveza me ha convencido.