Un comienzo muy distinto
Con la llegada del nuevo año ha llegado también un nuevo cuatrimestre. Y comienza muy distinto al anterior. La incertidumbre, los nervios y la emoción del principio se cambia por la comodidad, la tranquilidad y el sentirse “como en casa”.
El ansia por salir de casa a exprimir el entorno se ha transformado en un ukelele, muchas pelis y unas bonitas vistas desde la ventana. Porque a parte de que el piso se ha convertido en un hogar, hace mucho, mucho frío. Sólo los valientes inexpertos que acaban de llegar se atreven a coger sus bicis de cuarta mano (por lo menos) y desafiar a la nieve, el hielo y el frío aire de cada día como sólo lo hace un finlandés.
De los muchísimos que llegamos en agosto ya sólo quedamos unos pocos. Pero a mí algo me dice que tengo que quedarme. Hasta el final. Observar como cada día va siendo un poquito más largo, y cada noche un poquito más corta. Cerrar el ciclo que comencé a finales de verano. Conocer cada una de las estaciones…
Espero con ansia la primavera. El deshielo. El nacimiento de las flores y el crecimiento de las hojas. Será maravilloso. Mientras tanto, los planes calentitos y las capas térmicas serán nuestro mayor aliado. Eso y apreciar el color blanco cada mañana. Porque lo mires las veces que lo mires, siempre le sienta bien a cualquier paisaje.