Retornos desde el país vecino
Ya han pasado tres meses desde que comencé esta aventura… ¡Tres meses! Mirar atrás es recordar los momentos al llegar, los desconciertos, las preguntas y peticiones de ayuda. Los disgustos y alegrías, los cambios. Ahora que he vuelto a casa, también es momento de disfrutar de los míos, de su cariño y las historias sobre lo que han vivido durante este tiempo.
Supongo que os habréis dado cuenta de que llevo un par de semanas sin publicar en el blog. Como ya sabréis, el ERASMUS es esa locura de vida que un estudiante disfruta durante unos meses. Y cuando digo que es una locura es porque aunque creas que tu vida, tus meses o tus días están planificados, el ERASMUS consiste en improvisar. E improvisar es, en mi caso, marcharse a Marruecos con una amiga holandesa y dos portugueses a los que sólo conocía de un día. A eso se debe mi falta, os pido disculpas.
Y ahora que estoy ya en casa con mi gente, al igual que hicieron los otros embajadores, me toca reflexionar sobre lo que he vivido, lo que me queda, lo que echo en falta y todo lo bonito que tengo a mi alrededor.
En otra entrada os conté lo que más echaba en falta y a día de hoy tan sólo me queda una cosa que tachar de la lista. Mi familia sigue tan sana, salada y guapa como siempre. Al volver de Marruecos les dije que llegaría a Bilbao el 18 de diciembre y lo hice el 17 de sorpresa. Me encontré con 3 topos por la calle que no me vieron hasta que estaba a dos metros. ¡Gracias, familia! 😛 Esta vez en Bilbao, por varias razones, sólo hemos podido estar tres días, así que ha sido un visto y no visto, pero hemos disfrutado de la familia, de mi amama (vivo con ella, es a la que más ganas tenía de ver y ¡ay!, qué bonita es), de las comilonas de esta época, de la ciudad y de los paseos. También de los amiguitos que hacía tiempo que no veía. Algunos se han resistido y será a mi vuelta definitiva cuando nos pongamos al día de nuestras vidas.
Ahora ya estoy en Oviedo. La ciudad está preciosa y hace un frío que pela, más navideña imposible. Estoy aprovechando para hacer papeleos y gestiones de las que siempre se encargan mis padres y estoy redescubriendo mi ciudad. Siempre he dicho y diré que a Oviedo no vuelvo a vivir, que se me queda pequeño, que ha sido demasiado tiempo viviendo fuera. Y espero que así sea y no tener que verme forzada a volver. Sin embargo, adoro pasear por sus calles, descubrir sus novedades, recordar lo vivido en sus rincones. Oviedo es y será mi ciudad, por encima de cualquier cosa. Y de esto me he dado cuenta sólo al irme algo más lejos. Me queda una semanita más para tachar de la lista todas las cosas que extrañaba en el ERASMUS, así que espero que también Micaíl, Jesús, todos los estudiantes ERASMUS, el equipo de SinMaletas y todas las personas del mundo mundial aprovechen estos días para dejar de extrañar y disfrutar de los suyos.
¡Feliz Navidad, feliz turrón, feliz Papá Noel (y Olentzero a los vasquitos), que os toque la lotería, que la abuela se emborrache con el anís y que os queráis mucho, mucho, mucho! ¡ZORIONAK! 🙂